sábado, 14 de abril de 2018

Tirar del cable


Nunca tantas palabras dijeron tan poco 
Cuando son la excusa de un comportamiento loco 
Y barrer para un lado barrer para el otro 
No depende de mi no hay nada que se limpie solo ...
                                                                                        'Ella baila sola'




Cuando está a punto de llegar el momento que, se presupone como bueno, a día de hoy sigo sin saber porqué, le preceden momentos tan infortunados como desastrosos.

El día de hoy, fue vertiginoso desde los comienzos. Al igual que el sol hizo amago de salir y al final lo que salió fue un frío digno del mes de Enero. Lo que parecía que iba a empezar a despuntar de una forma portentosa, ( sobre todo por lo bien que iba rodando todo), se estrelló a modo. No hicieron falta florituras o adornos, ni siquiera una zancadilla puesta a propósito. Tan sólo bastó con un simple llama-cuelga para que todo lo conseguido acabase malparado.

Y es que no hay nada mas lamentable y enojoso, que descolgar un auricular, esperando que una voz agradable al otro lado sea capaz de hacer calma-chicha del día que llevas encima y, lo que acabes recibiendo sea un repertorio de mala hostia con inquina sin venir a cuento. Es en ese momento en que echas de menos, no haber sacado aquel billete sin retorno a una isla desierta y, sin pena ni gloria, lanzar el auricular con furia visigoda por la primera ventana presente y, con lo puesto, el pasaporte y el pasaje, mandarlo todo a la mierda y sin miramientos.

Cualquier día de estos me pilla con el pie izquierdo sin salir de la aleta, y sin ventana, pasaje, pasaporte ni islote, estrello el auricular con más arte que Lucio con sus huevos. Que la paciencia, como todo en la vida se agota y, eso lo sabe hasta mi hermana con la teta al hombro. Llega un momento que dan las tres de la madrugada y, una ya no sabe si dormir o bailar fandango, eso sí, el estómago que es muy sabio, lleva pidiendo a gritos Omeprazol.

Si no nado en aguas tranquilas, no quiero ni ser ni estar y, esto me rima con una barbaridad que creo, mejor voy a omitir.


Con té, epigastralgia y hartazgo.

viernes, 13 de abril de 2018

La lujuria de la sirena y la rana


-Qué ganas te tengo rana- dijo la sirena
-y yo a ti- respondió la rana.
La cena estaba servida.

Erase una vez un pez, que buscaba
en su nocturno quehacer
un sitio ignoto y recóndito
donde su rana esconder,
para momentos después,
deleitar su paladar
con epicúreo placer.

Y, en su búsqueda pensaba
cómo encandilar a la rana,
cómo llegar a ser con escamas,
de la cabeza a los pies una dama.

Y, en sueños paladeaba
el sabor en su boca de mar
mezclado con las ancas blancas.
Lo imposible en lo onírico,
es mucho más que posible y,
 sabe mejor que en la realidad.

De repente extrajo de su memoria
aunque de pez, sobrada y perspicaz,
ese lugar inhóspito y ansiado
donde poder libremente
a su rana impulsiva y ardiente,
cortejar, poseer y agotar.



Deseando llegar al punto Nemo con té, de querer-te.