viernes, 2 de junio de 2017

Mayo pasó de largo

    




Mayo pasó de largo, que no en vano. Una de sus mañanas me trajo un dulce regalo. Reconozco que ha sido un mes sin freno, con muchas tareas pendientes que, con esfuerzo he ido rematando aunque, aún me quedan flecos sueltos que espero poder dejar bien ataditos antes que empiece el verano.

   Han vuelto por fin los días largos y los anocheceres tardíos, cosa que me encanta hasta aburrir. Estaría contemplando los atardeceres de Mayo-Junio sin cansarme jamás. Los abrigos y los cuellos altos, se han escondido en los armarios. Confieso que me entran ganas de echarles la llave y no volverlos a rescatar de su escondrijo, por no hablar de las bufandas, gorros y demás engorros que deseo guardar para siempre y, que por desgracia, nunca puedo cumplir.

  Sin nada especial que destacar, me siento especial sin más, afortunada, feliz, relajada…en fin, en modo primavera diríase. Mientras en otras personas éstas fechas realizan brotes de malalechina y depresión, en mí realizan el efecto contrario y, es que, cuando el sol empieza a calentar mis aguas, soy más feliz que los finales de los cuentos de Andersen.


 Con mil proyectos en la cabeza y té de querer-te

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