“A dónde irán los besos que guardamos, que no damos
dónde se va ese abrazo si no llegas nunca a darlo.
Dónde irán tantas cosas que juramos un verano,
bailando con la orquesta prometimos no olvidarnos..”
Te colaste entre las rosas de mi Marzo y yo te dejé entrar
siendo un Noviembre gélido y gris. Desde ese dulce Noviembre hasta el mes de
las flores, hemos perdido unos cuantos, muchos, besos en el camino. No reniego
de ello, sé que en esos momentos, aunque no éramos conscientes, nos estábamos besando.
Anoche, antes de irme, te miraba mientras me hablabas y,
las palabras flotaban en el aire inconscientemente, no era capaz de
escucharlas. No eras consciente que miraba tus labios a la par que tus manos.
Pensaba que ibas a ser capaz de abrazarme tan fuerte que no me dejarías ir.
Cuando encaminaba mis pasos por el pasillo del rellano una vez más hacia mi
trabajo, sentía como por delante de mí, se iban escapando esos besos que no
dimos. Tenía la necesidad de dar media vuelta, abrir la puerta y arrancarte los
labios. No lo hice, la responsabilidad una vez más pudo conmigo. Seguí mi camino hasta llegar a mi trabajo.
Entonces pensé dónde irían todos esos momentos no vividos,
si en un presente discontinuo se estarían viviendo en ese mismo momento que en
este no eran vividos. Algo de eso debe haber, porque sin darlos sentí besarte y tus manos sobre mí.
Con té y con sueño.
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