domingo, 31 de julio de 2016

Noche gélida de Agosto











Las tres y media pasadas, marca el reloj. Aquí estoy  una vez más, frente a la pantalla, aguantando el sueño y las ganas. A pesar de hacer una noche de verano en toda regla en el exterior, aquí nos encontramos a unos 16 grados centígrados. Me he hecho un nudo marinero entre una bata de quirófano y un foulard ,(improvisado). A pesar de todo, creo que utilizaré una manta que tengo a mano, a modo de poncho andino y, unas calzas rellenas de algodones como orejeras. ¿Puede hacer más frío?...siempre.

El té que realicé con agua hirviendo de la tetera, se ha quedado helado en cuestión de medio minuto. La tarta de chocolate semicongelada que traje para el postre, no hay cristiano que la reblandezca lo suficiente para hincar el tenedor en ella. A la hora de cenar, la sensación era de estar comiendo tortilla de patatas en bragas y, en medio de la estepa Siberiana.

¿Puede haber mayor dislate, que este desfase de temperatura ambiental?....Siempre. Miro el té de reojo, me incita a cambiar el sobre de azúcar por un sobre de amoxicilina. Que no se diga que a estas horas no hago prevención de la salud.  Pese a quien pese, en mi pueblo, esto es una amenaza al sistema regulador de la temperatura corporal en toda regla.

Para colmo los besos están lejanos y no llegan. Algo que a éste pez le haga entrar en calor a la luz infernal del foco que todo lo ciega.



Deseando ando, de quitarme los calcetines y poner mi cuerpecito al sol mañanero a ver si el culo entra en calor. 

jueves, 21 de julio de 2016

De estrenos y coñas





Hoy he estrenado mi supermáquina de calentar agüita clara y, el té sabe más rico que nunca. El microondas prefiero dejarlo de lado.  Confieso que cada día me gusta menos y me disgusta más. Voy a recordarme esto y a lo mejor,  en un ataque de limpieza, lo arranco de la cocina de una vez para siempre.

Hoy he estrenado el comienzo de la escritura en las hojas de papel que tanto añoro. Tan sólo he hecho un bosquejo del cuadro y, lo he repasado unas cuantas veces de la ilusión que me hacía verlo, renaciendo por fin.

Hoy he estrenado un nuevo método, para pillar ‘in fraganti’ a esa petarda que le encanta meter mano al móvil sin permiso alguno. Espero poder darme un baño de gloria cuando me cuenten, el careto que se le queda. Pena que aún no hayan inventado el calambre vía satélite y, soltar un calambrazo de vez en cuando a tanto curioso pernicioso,

Hoy me quedan apenas ocho horas para abrazar mi cama. No la estreno, pero cada vez que la pillo por banda, es como si fuese la primera vez que me acuesto entre algodones y, me acunan hasta dormirme. ¿Quién inventaría la cama? Habría que ponerle una estatua honorífica en cada pueblo como poco.

Les deseo un miércoles noche repleto de dulces sueños y un jueves día muy feliz


miércoles, 20 de julio de 2016

Locura tortuguesa







La loca de los peines está peor que nunca.  No es que yo lo piense, es que todo el mundo la tiene calada hasta los huesos.  La locura se esconde, pero sólo un rato, después aparecen los brotes y ya no hay quien la sostenga. Eso es lo que ha terminado por pasar  a esta tortuga de caparazón de piedra y pensamientos retorcidos.

Si las miradas matasen, hace rato ya estaría muerta. Me viste y desviste con una mirada sin control,  de forma brusca y ofensiva, mientras se quita y se pone con desmedida enajenación las gafapastas que porta ora en mano,  ora en ojos. Impulsivamente suelta por su boca una carcajada de forma histriónica que hace girar los cuerpos presentes hacia los alaridos suscitados por la susodicha. Mientras,  apalea con sus dedos bruscamente el móvil,  en busca de alguna presa que se preste fácil.

Me (nos) odia, lo sé.  Si tuviese en su poder una goma de borrar, estaríamos más velados que un carrete expuesto al sol.  Quisiera ser bruja, (más de lo que ya es),  y poseer cada una de las vidas que la rodean. Al final, algún resorte interno debe hacer detonación en esa maraña que porta por cabeza y la devuelve a su loca realidad.  Es entonces, cuando afloran las crisis de ansiedad que intenta aplacar a base de Lexatines encapsulados y otros remedios caseros a escondidas.

Vaticino un pesaroso final para una tortuga que siempre quiso ser camaleón.  Espero no estar presente ante la hecatombe que se aproxima.


Cuídense bien, los caparazones de piedra hacen daño, seguro. Los pensamientos retorcidos, más aún si cabe.

Duermevela, no soplar









Llegó igual que llega ese golpe seco y frío que no esperas. Sin sensibilidad, con tono desagradable y desafiante. Obviamente la queja fue muy mal recibida y peor encarada. La ola que vino de vuelta, arrasó con todas las palabras que quedaban en la boca. No salió de allí un solo sonido más. Tan sólo y a escondidas, dejó  caer sin querer, una lágrima que asomó sin permiso por el rabillo del ojo derecho. Se la secó con el paño de cocina. que quedaba a mano en aquel momento, se vistió y se fue.

En el silencio de la noche, tan sólo se escucha un lejano soplido, que recuerda a los fuelles de los antiguos respiradores. Tan sólo un paciente ante sus ojos, sin nadie más. Quedó el silencio en sus labios y continuó el resto de la jornada, acompañándola. A veces entraba en una sensación de duermevela desvelada y, recordaba, que aún seguía enmudecida ante la contemplación de aquel cuadro, más abstracto si cabe que un Van Gogh.

Recogió las orejas de sus manos y las apagó y, en aquel silencio,  pidió al reloj colgante, que pasara rápido las horas para regresar al hogar, abrazar a un peluche y soplar las velas que dejó encendidas. Es cuestión de horas, es cuestión de tiempo, es cuestión de silencios y de calentar tazas de té a horas intempestivas para acompañarlo con las dichosas patatas contrahechas.

Eran las tres de la madrugada cuando, en silencio y en secreto, escribía lo que no era capaz de hablar. El teléfono seguía igual de mudo que ella. Miraba el reloj, seguía estancado en el mismo sitio. Reinaba el silencio mientras luchaba contra el sueño que acechaba.

Duermevela, no soplar hasta mañana.

viernes, 8 de julio de 2016

Y los sueños, ¿sueños son?

  


¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

          Calderón de la Barca





 Si tuviésemos que relatar los sueños que recordamos desde que tenemos uso de razón, realmente no nos acordaríamos de tantos. A pesar de ello, sería bastante aburrido para el lector enlazar sin cesar, uno tras otro con sus incongruencias oníricas. Hoy, se me ha venido de repente esta idea a la cabeza y, tengo que confesar, que he estado un buen rato partiéndome de risa rememorando algunos de ellos.

Si es cierto, que algunos se hicieron realidad, otros más vale por los dioses del universo que no se cumplan. Sólo pensar que me pasé por la piedra a Bisbal  (cosa que me revuelve hasta el infinito), que llegué a tener pene y no en la frente y varias chorradas más, mejor que se queden en la caja esa de “sueños que no deben cumplirse”.

El resto, si son buenos, son bienvenidos siempre. Aún estoy esperando soñar que me toca la lotería y, que se cumpla. Y los que pudieron llegar a ser, pero que tan sólo se quedaron en un sí pero no, pues que se le va a hacer. Peores cosas se perdieron en el camino. Lo que sucede, no sucede porque se fuerza la maquinaria sino, porque tiene que acabar sucediendo tarde o temprano. Así que yo, hecho el órdago a la suerte y, si cuela (siendo farol o no), me llevo el mus.


Mientras tanto, a la realidad de los zuecos fríos,  el té caliente  y los sueños libres. 

jueves, 7 de julio de 2016

El amor se va...pues sí






  El amor se va igual que dos y dos son cuatro.
Quién no entienda eso, tiene un problema.






Cuando era una adolescente, me costaba un enorme trabajo entender la frase “se les acabó el amor”. No entendía cómo era posible enamorarse de alguien y  que el amor pudiera terminarse. Bendita inocencia cuando aún habita en nosotros esa mitad de niñez.

Ahora no me asombra entenderlo a la perfección. Lo que me sigue sorprendiendo, es que a estas alturas de la película, siga habiendo personas que se hayan quedado estancadas en los quince y, que con más pelos en sus partes bajas que en las alturas, sigan haciéndose filigranas cordobesas  en  el cerebro cuando se les comunica que la historia terminó porque el amor se fue.
Lo peor de todo es cuando intentan que te transformes en una miscelánea de Einstein y Rappel para que les resuelvas cualquier tipo de ecuación ñoño-amorosa y además predigas que pasará después ante las múltiples combinaciones posibles…Y yo que sé que tiene cada pájaro en su cabeza!.

El amor es un sentimiento con miles de pinceladas, texturas y expresiones que cada uno porta y transmite parte como sabe y, parte como aprendió. Y, como todo sentimiento, cambiante, modificable y unos mil trescientos adjetivos más que me ahorro y que la mayoría ya sabe. Tan sólo la madurez de cada uno, la tranquilidad en su día a día y el aprendizaje es lo que (creo) que hace que ese sentimiento vaya moldeándose a las circunstancias y siga vivo. Pero que somos humanos, erramos más que los bichos de Paulov, que el instinto al final es lo que subyace y que nadie está libre de mojarse el culo, está clarito y conciso.

A vivir la vida como viene, los días con lo bueno que traigan, intentando ser felices en la medida que se pueda y con salud y un buen vinito. No hay más.
Comerse la testa por lo demás, está de más y es un absurdo encomiable.