jueves, 31 de marzo de 2016

Brindis en alto







Y POR PENSAR TENGO UN MILLÓN DE CICATRICES 
SOY ESCUDO,SOY HIPERSENSIBLE 
UNA BARRERA AL CORAZÓN 
Y NO ME GUSTA HABER ESTADO ASÍ DE TRISTE 
POR PARANOIAS YO ME HICE ESAS HERIDAS EN MI INTERIOR 

                        El canto del loco








El tiempo es imposible intentar estirarlo por más que uno se lo proponga. Cada día tiene sus horas y no dan de más ni de menos. El afán por intentar hacer más cosas de las que se deberían, sería un esfuerzo inútil y fatigador, (a la par de infantil) , tanto para el protagonista como para el público asistente.

Como protagonista, hace muchos años, aprendí a priorizar y a no intentar estirar los imposibles. Este es el hecho por el que las visitas entre amistades son más espaciadas en el tiempo, cosa que no hace por ambas partes, que la amistad se desvanezca ni lo más mínimo. Eso me hace ver, que la gente que me rodea, no sólo está en mi misma sintonía, sino más allá de la estúpida creencia de tener que vernos a toda costa y precio. Todo esto no ha hecho más que fortalecer nuestros vínculos y, por supuesto, madurar.

Como espectador, ya he pagado la entrada para ver esa función estresante, agotadora y cansina hasta la naúsea.  Me aburro soberanamente y decido salir de la sala, ni que decir del resto asistencial. Abro mi paraguas y sin lluvia, disfruto sin más.  Prefiero la soledad de comerme un buen helado y unos morros al sol, que la angustia de esperar donde me guardan un rato para un té rapidito y sin rechistar.

Tengo, sin dudarlo, las mejores amistades que podía encontrar.
Tengo, sin dudarlo, el tiempo que necesito para disfrutar.
Tengo, sin dudarlo, amor sin prisas en la anémona de mi mar.
Un brindis de calamar por todos los que moráis en mi vida y en mis sueños.
 Salud!


martes, 29 de marzo de 2016

Psicoanálisis a Morfeo



Me obligaré a soñar 
que soñar no cuesta dinero. 
Me obligare a pensar 
que el sueño pueda ser verdadero. 
Me enfadare contigo 
para reconciliarme luego 
Y sentir que tu me besas aunque sea un sueño. 
Intentaré volar y llevarte hasta la luna 
y poder navegar sujetado a tu cintura. 
Nos fundiremos juntos tiraditos en una nube, 
Y no diremos nada por si el sueño nos descubre.

                                                                                                                  M. Carrasco





Corría en mis sueños, huía sin saber muy bien hacia dónde ni de qué. Los dichosos zuecos ayudaban poco en la escabullida, así que decidí quitármelos dando sendas patadas al aire. Iba tan acelerada que ni los vi caer. Tenía claro que los demás también se habían ido y que yo debía salir cuanto antes de allí.

Encontré una puerta que había visto muchas otras veces al pasar por allí. Siempre la había mirado preguntándome que habría allí detrás (como detrás de otras muchas). Esta vez era el momento exacto para averiguarlo. La abrí y empujé con tanta fuerza que pasé al otro lado como un cohete a propulsión. Me vi de repente, en un largo y desierto pasillo a la vez que desconocido. Pensé que aquella era la parte que casi nadie conocía y por eso estaba tan solitario. Ahora, había que pensar hacia dónde dirigirme sin errar. Miré hacia un lado y hacia otro, los dos se perdían en la distancia y debía tomar una opción sin pensar mucho más. Decidí que debía dejarme llevar por el instinto y cruzar los dedos para que saliese bien.

Iba a ponerme a caminar sobre mis calcetines de colores imposibles y apareció de repente. No pude oírle ni haberle presentido. No sabía  si también huía como yo o, si debía huir de él.  No me dio cuartel, ni a mí ni a mi cabeza. En cuestión de segundos, su boca estaba en mi boca y la humedad de su lengua hacia acto de presencia. Fue un corto, excitante e interminable beso. Nos miramos mientras notábamos el sabor del otro y los cuerpos permanecían tan pegados, que apenas se podía respirar. Vi mis ojos en sus ojos y sin saber nada más, desperté.

A Morfeo le concedo un juicio clínico de sádico. A veces deberían darle una patadita en el talle, a ver si deja de importunar tanto y se le quita esa risa que le entra al ver como nos deja silbando. 


sábado, 19 de marzo de 2016

Lo que ya no duele

                                



La aflicción fue producida de forma casual pero continuada. Hubo momentos en que algún órgano vital pareció quebrarse por dentro como un cristal .  La queja nunca fue entendida. El tratamiento tan sólo fue de choque, terapia bastante ineficaz en estos casos. El producto en cuestión, consistió en pasar de blando a duro, de corazón a piedra y de las algias a la indiferencia.

Obvio es, que cuando algo ya no duele, es porque la zona en cuestión ya no se resiente. La coraza producida hace que todo sea mucho más liviano y etéreo de lo que un día fue. Aún así, algo en lo más profundo se resiente. Todos los fármacos acaban produciendo sus efectos secundarios, es inevitable.

Parece mentira lo inteligente que es el cuerpo humano y, lo bien que se acaba defendiendo de lo nocivo y pernicioso. Todo eso hace, que la cabeza quede más libre de los reflujos viscerales y, actúe en consecuencia con los hechos acontecidos e impuestos. Que lo que a una le duele, no es porque una quiera, sino porque el estropicio es destructivo y pernicioso y producido con premeditación y alevosía.

Qué fácil es ahora, colgar el cartelito que antes me parecía imposible y, quedarme más ancha que larga. Y, por supuesto, lo que ahora me duele, sí lo elijo yo.


viernes, 4 de marzo de 2016

Cuánto..??







Las cantidades medidas a modo abstracto, se me han dado siempre bastante mal. Nunca he sabido medir las cosas por los muchos y los pocos. Y, no es que a veces con medidas exactas, dejes muy claras las cosas. Si por ejemplo, dijese que me queda un kilo de amor…..o un gramo de paciencia….o un hectolitro de ganas, no quedaría muy claro tampoco de cuanto estoy hablando.

El caso es que me he levantado, con bastante pesar y penar y, que un rico desayuno en Aranjuez ha hecho que acabe con poco o muy poco, algo…Me encantaría traducirlo a; Empecé con un diez coma treinta y dos y acabé con un cero con tres. Me pongo a pensar en estas tonterías cuando me pregunto a mí misma, cuánto soy de feliz y no sé responderme. Y no porque no me rodeen cosas que me hacen sentir que lo soy en una medida imposible de medir.

Lo que me queda claro, es que hace unos años, no entendía la respuesta a esa pregunta y, hoy, me he dado cuenta que es la respuesta que me doy a mí misma…

Soy, razonablemente feliz, ni mucho ni poco, ni siquiera con el corazón o con el alma, puesto que estos se negarían a contestarla, más por miedo que por vergüenza. Ahora viene contestarse a la segunda pregunta, y ahí, lo que la razón conteste, es la sentencia a tanta medida sin argumento ni sentido.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Rúbricando la razón





Hoy no voy a jugar al mismo juego en que me recreé durante tantos años de mi vida. Hoy el corazón ha dicho basta y la razón se ha impuesto como reina soberana. Traía bajo el brazo un pergamino con las cosas muy bien apuntadas.  Hoy ha tenido a bien, desplegarlo  y leerme, a la sombra del alma, cada cosa que he ido haciendo sin lógica alguna. Me ha propuesto, casi impuesto cambiarlas y, hoy, las vísceras le han confirmado que el reinado es suyo.

Así que, tras una larga charla sobre la primera norma, acepto que debo aparcar para siempre, ese afán de planificar determinados momentos puntuales de mi vida, comprometiendo los momentos puntuales del resto. Tras haber hecho varias decenas de intentos, y quedarme literalmente “en bragas” y, comprobar en primera persona que, los planes del resto prevalecen sobre los míos, desisto en seguir haciendo las gilipolleces habituales.

Así hoy aquí afirmo, que los planes los hago sólo conmigo que, como la razón opina, siempre saldrán como y cuando a mí me parece que deben ser.
Nada de voy a buscar un fin de semana... un día en “nosédónde”... ni  esperar a ver si suena la flauta. Vuelvo  quince años atrás, donde me dejé más que claro, que las fechas, no son más que días normales, números en el calendario sin valor ni importancia. Adiós a días señalados, a puentes, navidades o semanas santas. Días para vivir sin más ni más, sin esperar nada más que lo que ese día quiera traer consigo, sin importar ni esperar lo que los demás hagan.


Hoy, rubrico la petición de mi testa y la aplaudo, son testigos.