viernes, 29 de mayo de 2015

Con olor a sal


Todo pasa y todo queda
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos
caminos sobre la mar...

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

                                           A. Machado







Con olor a sal camina mi cuerpo desnudo por la casa mientras, los dedos de los pies cuentan los días que quedan para remojarme de lleno y pleno en el mediterráneo de mi alma. 

Con olor a nuevo anda mi testa a sabiendas que, a la vuelta de los baños de leche y agua, y del refugio de los brazos que me mecen, me estará esperando una renovada estancia con ese olor a temple que cala como el olor a ropa limpia.

Con un ensanche cada vez más pronunciado entre el complejo QRS  y el  ST , late y se debate mi corazón a la espera de achuchones peludos y sonrisas desempolvadas.

Con olor a primavera, a tiempos de cambios en un horizonte no muy lejano, con sabor en la boca de buenas-nuevas y  bienmesabes.  Con ese entresijo que revolotea en el estómago y hace que las ganas de hacer bien las cosas vuelvan a su cauce, las ganas de ver a mi viejo Madrid volviendo a sus aguas.



Con la vida por montera.

jueves, 28 de mayo de 2015

Un no sé qué...



Toma un poco más de té --ofreció solícita la Liebre de Marzo.
--Hasta ahora no he tomado nada --protestó Alicia en tono ofendido--, de modo que no puedo tomar más.
--Quieres decir que no puedes tomar menos --puntualizó el Sombrerero--. Es mucho más fácil tomar más que nada.









Tras un mes de Abril de tediosas puntadas al punto del desaliento, recupero mis dedos y las teclas que acaban emplasteciendo en papel los ilusos pensamientos.

Y, de repente hoy, me siento aquí, tras un pensar en un no sé qué de un no sé cómo y, acabar deduciendo que, he tenido una pérdida garrafal de tiempo pensando en memeces atemporales y anodinas.

Al tiempo he tenido a bien, traer el sentir mentecato y necio de tus corredurías remotas, al calado de mis huesos. La ridícula acción-reacción del momento no ha sido otra que el enfervorecido deseo de arrancarte la piel en un acto de concupiscencia carnal. La cafeína, bendita solución ponzoñosa, me ha estimulado la hipófisis y he conseguido borrar de un plumazo, la estupidez de la cabeza y la canícula de las escamas.

Aún así, sigo sin sentirme dispuesta para enfundarme los zuecos y ponerme a las tareas diarias. Me resiento de la libranza sin descanso mañanero y maldigo la puto-loto que nunca me toca para tomarme cien años sabáticos tocándome los pies cuando asoman.


Tomando té con una inadmisible sensación de pérdida de tiempo.